4.4.1. Salinidad

La salinidad en el Mar Mediterráneo es alta, llegándose hasta casi el 39 %o en algunas capas superficiales del Sur de Chipre, mientras que en el estrecho de Gibraltar la salinidad es la ordinaria de aguas atlánticas. A la izquierda y a la derecha de la boca de dicho estrecho aparecen unas haloclinas, produciéndose unas intensas variaciones de la salinidad a los aproximadamente 170 y 90 m de profundidad, traduciéndose en sustanciales diferencias de densidad y en el establecimiento de capas claramente diferenciadas.

Las variaciones salinas en todos los mares del mundo son muy pequeñas, debido, lógicamente, a la mezcla existente entre las aguas, sin embargo, ello no impide que existan variaciones y que unas especies estén más adaptadas a un tipo de salinidad que otras.

Como se ha visto anteriormente, Pseudonitzschia se halla adaptada a aguas oligohalinas (salinidad baja) y mesohalinas (salinidad media). Por sus características, las aguas mediterráneas no son hiperhalinas (salinidad alta), pero sí es cierto que su salinidad es un poco más elevada que la media de los mares del mundo.

A la vista de lo anteriormente expuesto, podemos concluir que la salinidad de las aguas del Mar Mediterráneo, al ser un poco más elevada de la media, no favorecería el crecimiento explosivo de la diatomea productora de ácido domoico, sin embargo, tampoco esto parece un grave inconveniente o un factor limitante, ya que las variaciones no son grandes.

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