2.2. METODOLOGÍAS INICIALES

Varios laboratorios, preparados para análisis de sustancias tóxicas, como son metales pesados y pesticidas organofosforados, abordaron el estudio del problema, pero sus resultados fueron negativos.

Los experimentos individuales se centraron en comparar las huellas analíticas de los extractos obtenidos con mejillones tóxicos y mejillones no tóxicos. Una diferencia en los cromatogramas o en los espectros de los extractos podría atribuirse entonces al agente tóxico que provocaba el síndrome.

Los métodos analíticos que buscaban estas diferencias incluían:

- TLC (cromatografía en capa fina)

- HPLC con detección HV-V o DAD (diode array detector)

- GC/MS

- FT-IR

- Espectrometría NMR.

Inicialmente se observaron algunas diferencias, tanto en TLC como en HPLC-DAD en la parte liposoluble (extractos en disolventes no polares) de las glándulas digestivas de los mejillones tóxicos y de las mejillones de control.

Las fracciones diferenciadoras tenían espectros UV-V con bandas de absorción anchas, por encima de los 400 nm. Dichas bandas son características de pigmentos naturales del fitoplancton. La conclusión estaba clara. Las glándulas digestivas de los mejillones tóxicos estaban llenas de plancton verde.

Todo indicaba que el origen del problema era el tipo de dieta de los mejillones tóxicos y que la toxina era un componente natural del plancton, pero no existía información sobre la naturaleza del compuesto tóxico.

En el bioensayo con ratones se demostró que la parte liposoluble no era tóxica por lo que era necesario realizar estudios más detallados.

La planificación de las investigaciones estuvo basada en etapas de separación, biosensayos directos y análisis de componentes que condujeron a la identificación del compuesto tóxico.

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